Por Fidel Castro Ruz
Como ya había dicho antes, las revoluciones tienen intimidades comparables a la de la mujer; no siempre se pueden decir las cosas que están en nuestra mente, pues decirlas seria servirlas para que fueran distorsionadas y prejuiciadas por los malos entendidos.
Una de esas intimidades a las que los malos entendidos se han volcado ahora para atacar y calumniar, lo es al gran interés nuestro sobre el árbol de la Moringa, árbol en el que vemos unos potenciales alimenticios y medicinales sin precedentes. Consciente de que la revolución ha elevado el nivel de estima de los cubanos a la par ó aun superior al de los norteamericanos en cuanto a valorarse a sí mismos, la que ha generado en nosotros una humanidad y sensibilidad que se horroriza con el sufrimiento en todas las facetas y categorías de la vida, (incluyendo la del trabajo y el de la lucha por la vida), pues ello nos ha forzado a tener que responderle a esa sensibilidad que se ha hecho de nosotros como si fuéramos príncipes y princesas de los cuentos de hada que requieren de cuidados, delicadezas y refinamientos que solo han creído merecerse las burguesías; seres demasiado delicados como para enfrentarnos al sufrimiento de un mundo que es brutal ó ha sido brutalizado.
Como personas sensibles que nosotros somos por que así nos ha hecho la revolución, nosotros hemos realizado que requerimos de unas formas mucho más fácil de hacer nuestras vidas ante la realidad de que ya no podemos asimilar la brutalidad del trabajo riguroso, sobre todo el que se requiere en el campo para poder producir los alimentos que requerimos diariamente. El cubano promedio se ha vuelto un ser muy sensible que no tolera el castigo del sol ni la fatiga de doblar la espalda para recoger las cosechas en las plantaciones. De ahí que tengamos que mirar a alternativas futuristas a las que nosotros nos hemos adelantado. El hombre del futuro –si es que el imperialismo nos deja evolucionar- será un hombre que hará una vida más sencilla, no por que voluntariamente ó por conciencia renunciara a la vida presente, sino que por que los cambios en nuestra humanidad lo llevarían a tener que cambiar su estilo de vida. Para dentro de unos doscientos años o menos, ya no habrán más personas dispuestas a sacrificios horrorosos como el de entrar al agua en un terreno fangoso para plantar una por una las posturas de arroz de donde provienen esos granos que llevamos a la mesa; tampoco habrán quienes estén dispuestos a recoger tomates u ajíes, ni nada que requiera de una dolorosa jornada de trabajo a pleno sol. Así como los norteamericanos nativos no hacen estas labores por considerarlas como muy rigorosas y nada divertidas, así mismo los cubanos ahora y el resto del mundo después, también verán las labores del campo como demasiado brutales para los seres humanos. Es entonces que tenemos que pensar en proveernos de una fuente de alimento que no solo no requiera de mucho ó de ningún procesamiento, sino que tampoco requiera de mucho cuidado para con su buen desarrollo y rendimiento.
Esa fuente tiene un nombre: Moringa Oleífera. La Moringa viene a ser el árbol milagroso que salvará a la humanidad de la muerte por falta de nutrientes alimenticios cuando ya el mundo hubiera alcanzado un nivel de cultura y de consciencia tan alto que ya seria muy difícil poder usarlos y manipularlos para obligarlos a trabajar en las plantaciones y ganaderías. Las horrorosas imagenes de un ser humano carnívoro y dedicado a cebar reses y puercos para su sacrificio, estableciendo mataderos que apestan a sangre y huelen a carnes, eso es algo que no será resistido en el futuro; nadie… absolutamente nadie, se prestará para manejar carnes ensangrentadas con sus propias manos, y mucho menos sufrir la insufrible experiencia de ser un marino cangrejero en las frías y turbulentas aguas del pacifico norte cuando ya los altos salarios que actualmente se pagan para prestarse a esa labor, serian innecesarios en un mundo más justo que de todas formas nos garantizaría una vida digna sin tener que torturarnos.
Búrlense todo lo que quieran de nuestro alto interés en la planta de la Moringa. Como otras veces ha sido, la historia nos dará la razón una y otra vez. La revolución en Cuba ha triunfado y logrado todas sus mayores metas y propósitos. Si nuestro país no ha logrado un alto desarrollo en su infraestructura, y si en algo la revolución tiene alguna culpa de ello, fue al entregarles desde el principio una dignidad a los cubanos en una etapa demasiado temprana del proceso revolucionario, una dignidad que se revelaba naturalmente contra cualquier intento de manipulación, una dignidad que más que entender de consignas, entendía y sentía como un ser humano elevado e iluminado que se negaba a que le fueran violado sus sentimientos y sensibilidades. A todo esto se juntaron las agresiones a las que hemos sido sometidos por el imperialismo, las que nos han obligado a una verdadera lucha de las ideas que se hacen muy incomprensibles en el mundo actual, pero que nos dará la razón en el venidero.
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