Ir al contenido principal

Cuán tan grave es la violencia del hombre contra la mujer?

La realidad es que el hombre es muchísimo más violento contra el hombre que contra la mujer. El hombre tiene mayores razones para temerle mucho más al hombre que las que tienen las mujeres, pues sabe que está totalmente desprotegido de su agresividad. Tanto en pleitos callejeros, como en represión política, policial y de guerra, el hombre es como un demonio contra el hombre, que lo mismo lo condena a largos años de cárcel, como también lo golpea, lo patea y le quita la vida aún después de rendírsele. Por otro lado, infinitamente han sido más los varones asaltados sexualmente que las hembras. Todos mis amigos de la adolescencia fueron sexualmente asaltados por homosexuales, especialmente cuando iban solos a los cines. Sin embargo nunca pude enterarme de un solo caso de una hembra que hubiera sido sexualmente asaltada.
  Los varones sexualmente asaltados jamás se quejan ante nadie, mucho menos ante sus padres. Nunca supe de unos varones que denunciaran a sus agresores sexuales, En cambio las hembras inmediatamente dan el grito y los señalan. Los varones rara vez denuncian a sus agresores, pues les da vergüenza el que los crean como unos cobardes; un problema que no lo tienen las hembras. Son raros los varones que se han salvado de haber sido sexualmente asaltado, por lo que sin exagerar diría que cuando menos un 95% de ellos sufrieron de asaltos. En cambio, posiblemente ni siquiera un 1% de las hembras han sufrido de violación sexual en toda su vida. Si las leyes de Cuba no reconocen la violencia contra la mujer, es porque tal violencia no existe dirigida específicamente hacia ella. Existe la violencia, la que no distingue si se trata de mujeres, de niños, de ancianos, de discapacitados o de unas personas más débiles que otras. Gracias a que el feminismo paranoico y misándrico no tiene poder en Cuba, es que el gobierno de la Isla no se ha visto forzado a tener que complacerlo reprimiendo aun más  a los hombres de acuerdo a sus enfermizas exigencias. Cierto es que la mujer tiene menos capacidad para repeler una agresión masculina o de  escapar de ella. Pero justamente es eso lo que modera la intensidad de la fuerza que le aplica su agresor. Mientras que en una pelea entre hombres, no hay piedad para aplicar el 100% de la fuerza bruta para lastimarlo, cuando a quien se azota es a una mujer, por lo general muy pocos hombres se atreven a aplicarle toda la fuerza de sus puños (si es que no lo hacen con sus manos abiertas, como es más común que lo hagan) tanto por un asunto de piedad, como también porque no lo necesitan, así como también para evitarse una mayor condena cuando sean denunciados. Por otro lado, el cuerpo de la mujer parece absorber mejor los golpes que el cuerpo del hombre, cuál siente más el dolor por tener más músculos y menos grasas. Un golpe directo al músculo es mucho más doloroso que cuando es dirigido a una zona con grasas. Y aunque es cierto que los vasos sanguíneos del cuerpo de la mujer se rompen mucho más fácilmente cuando son impactados, provocándoles moretones en el cuerpo que dan la impresión de haber sido "salvajemente" golpeadas, la realidad es que en muchos de los casos no hubo tales palizas brutales. Cuando menos fueron mucho menos violentas que las que se dan dos mujeres que se enfrentan en un cuadrilátero donde se apabullan a golpes por dinero y fama.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Acaso será el homosexualismo la verdad?

Entre las lesbianas y homosexuales suele decirse que la heterosexualidad es una construcción social y que las personas realmente nacen siendo homosexuales y que la sociedad es la que las aparta de su rumbo natural. Hagamos un análisis de cuánta libertad sexual hay en unos y cuánta represión sexual hay en los otros a modo de tratar de entender el asunto. Cuando nos basamos en lo que es menos condenado y lo que es más condenado, así como aquello que más se defiende contra aquello que menos se defiende, y así como también aquello sobre lo que hay más prejuicios y sobre lo que hay menos prejuicios, no nos queda otra que admitir que el homosexualismo es el más favorecido. La pregunta que cabe aquí es: acaso lo más favorecido por la sociedad no es lo que nos corresponde vivir?  Recuerdo cuando en los años ochenta un hermano mío me dijo que él estaba convencido que el homosexualismo era mucho más fuerte que la relación (de deseos carnales) entre hombre y mujer, pues el notaba que muchos homos

Las ventajas de las fuerzas del mal y de los odios sobre las fuerzas del bien

 De acuerdo al dictado de éste análisis, las fuerzas del mal tienen una gran ventaja en su dinámica para imponerse sobre la Humanidad.  En un mundo natural la fuerza prevaleciente es la fuerza de los odios, la que todo le indica que está infinitamente más motivada a actual que cualquiera de las otras fuerzas que estuvieran actuando; por tanto lo que hemos podido observar nos lleva a concluir que la  Consciencia Universal nos hizo dóciles para poder sobrevivir a sus desmanes y arrebatos.  Por qué las fuerzas más violentas del mal y de los odios siempre ganan. Considerando que la única base que nosotros tenemos para pensar lo contrario de lo que se ha dicho parten de filosofías amañadas por sentimentalismos que están fuera de las realidades, así como también por nuestra fe religiosa y las enseñanzas que partieron a través de ellas, pues cuando analizamos el asunto fuera de estos contextos, no es difícil llegar a la conclusión de que sin duda alguna estas fuerzas siempre consiguen doblega

Una apología a Irene Montero

Un hombre de 22 años con su esposa de 9 años en una relación en la que la niña no parece estar traumatizada por las veces en las que tuvieron coito. "Los niños pueden tener relaciones sexuales con quien les dé la gana." Irene Montero Tanto en la antigüedad como ahora los matrimonios han sido siempre como una licencia o permiso para tener relaciones carnales entre dos o más personas. Unos cien años atrás (o menos) esos permisos se les daban, incluso, a niñas aún en la pre adolescencia que se habían enamorado o se habían sentido atraídas por hombres adultos y a los que quizás ya se les habían entregado, forzando casamientos en algunos casos. De manera que cuando sus padres asentían para que se unieran como pareja, sin la menor duda lo hacían conscientes de que les estaban dando permiso para tener coito, y que, por tanto, la niña recibiría en su interior el bien desarrollado pene de su amante; algo de lo que pareciera que no tuvieran la más mínima preocupación de que ello la pud