Ir al contenido principal

Buscando entender algunas de las causas que van formando las mentes homosexuales

 Recuerdo muy bien de algunos hechos que me acontecieron cuando yo era un muchacho de unos diez u once años, los que, al analizarlos ahora, me hacen entender porque algunos varones terminan por homosexualizarse; o sea, se les fijan en la mente deseos carnales hacia otros varones, llegando a obsesionarse con las ganas de revolcarse con ellos y de usarlos como medios para conseguir el disfrute de eyaculaciones.

 Quizás la primera de las causas de que en ellos se produzca ese fenómeno radique en el deseo de parecerse a ciertas personas a las que habrían considerado como muy  lindas y atractivas. O sea, que hubieran deseado haber tenido "la suerte" de haber tenido la figura, la cara, el color y/o la apariencia de alguien a quien habrían estado observando. Esto da lugar a que se vayan deslumbrando cada vez más con la manera en que ellos o ellas son, deseando tener sus mismas sonrisas, sus mismos movimientos, su mismo tono de voz, etc. Por lo general ésto le sucede a personas que desde su adolescencia se dieron cuenta que de acuerdo a los cánones con los que se mide la belleza actualmente en el mundo moderno, no eran atractivos en ningún tipo de aspecto, notando que no captaban la atención de la vista de nadie... más allá que para mirarlo con desprecio o desdén. Y tanto llegan a ocupar su mente pensando en algunos ejemplos de figuras o apariencias con las que creen que serían felices, que van llegando a desearlas sexualmente; esto lo mismo sucede con varones que se fijan en otros varones como también con hembras que se fijan en otras hembras por creerlas más atractivas.

 Recuerdo que en el barrio donde yo vivía había un muchacho negro, feo y mal formado físicamente, quién en más de una ocasión me retó a probar fuerza con él, sucediendo siempre que él se dejaba caer al suelo junto conmigo para así sentirme arriba de él o el sentirse arriba de mí. A esa edad yo no entendía porqué lo hacía, desconociendo totalmente que había un móvil sexual. Yo sabía que él era mucho más fuerte que yo como para dejarse tumbar tan fácilmente. Lo que realmente él buscaba con eso era sentir mi cuerpo, sentir mi aliento, sentir mi sudor, sentir mi piel, sentir mi pene (o sentir mis nalgas); por un lado, no tanto porque le interesara revolcarse con un varón, si no que porque no existía la más mínima ni remota posibilidad de que así como se revolcaba con uno de su mismo sexo ... se pudiera revolcar con una hembra -de mi entonces edad- a la que se le permitiera retozar de esa manera con los varones. Sin la menor duda él hubiera preferido infinitamente que esa oportunidad él la tuviera con una tierna niña, lo que hubiera disfrutado infinitamente más que revolcándose conmigo; incluso va y de haber tenido oportunidades con ellas la emoción del juego hubiera sido tan intensa que no hubiera podido contenerse y evitar tener eyaculaciones a causa de la intensidad erótica que estuviera viviendo en ese momento. Más como esa posibilidad jamás podría darse, el contacto carnal que se le quedaba en la mente y que le había producido fuerte erecciones en su pene, era el contacto carnal con un varón de quién él se estaba enamorando de su apariencia. Así también, los mismos móviles son los que van empujando a una muchacha que tuviera una  apariencia de lesbiana (y si digo así es porque desafortunadamente en la sociedad moderna casi todas las muchachas que tienen ciertas apariencias que no son atractivas para los hombres masculinos, terminan por lesbianizarse y ahí que algunas apariencias se identifiquen como de lesbianas)- a que termine fijándose en las mujeres, en enamorarse de ellas y en desearlas sexualmente después de que un erotismo se les activara,  imaginandolas haciendo el amor con un varón y siendo deseadas sus carnes con vehemencia; unos deseos que ellas saben que no pueden inspirar, al menos en los muchachos que tienen preferencias por las hembras con esas figuras que comúnmente suelen ser en las que todos se inspiran.

 Dos cosas hemos de evitarles a nuestros hijos varones, tanto cuando son muy atractivos como cuando no lo son: que no se vuelquen con otros niños de su mismo sexo; por un lado porque indirectamente podrían estar creando a un homosexual en alguien (y quién no desaprovecharía una oportunidad -si se le presentara- de sodomizarlo o de pedirle que lo sodomizara) que se haya estado fijando en ellos y obsesionado con sus apariencias; por otro lado, porque ellos mismos se pueden sentir deseados por otros varones y puedan llegar a confundirse. En cuanto a las hembras, también debemos de tener cuidados, sobre todo con las que tuvieran "apariencia de lesbianas" pues lo más probable es que se enamoraran de una muchacha con una figura femenina de gran preferencia y terminarán por lesbianizarse.

 Conclusión: que definitivamente es muchísimo mejor e infinitamente más seguro y saludable que dejáramos acercarse a las niñas con los niños y que los dejáramos revolcarse entre ellos para que "midieran fuerzas" (e incluso que los dejáramos ir solos de paseo para que se revolcaran juntos y se dejaran rodar por una cuesta en un campo lleno de flores silvestres) ante que darle esa libertad a los amigos varones, no sea que a uno de ellos se le ocurra sodomizar al otro, lo que es algo que sucede con bastante frecuencia.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Acaso será el homosexualismo la verdad?

Entre las lesbianas y homosexuales suele decirse que la heterosexualidad es una construcción social y que las personas realmente nacen siendo homosexuales y que la sociedad es la que las aparta de su rumbo natural. Hagamos un análisis de cuánta libertad sexual hay en unos y cuánta represión sexual hay en los otros a modo de tratar de entender el asunto. Cuando nos basamos en lo que es menos condenado y lo que es más condenado, así como aquello que más se defiende contra aquello que menos se defiende, y así como también aquello sobre lo que hay más prejuicios y sobre lo que hay menos prejuicios, no nos queda otra que admitir que el homosexualismo es el más favorecido. La pregunta que cabe aquí es: acaso lo más favorecido por la sociedad no es lo que nos corresponde vivir?  Recuerdo cuando en los años ochenta un hermano mío me dijo que él estaba convencido que el homosexualismo era mucho más fuerte que la relación (de deseos carnales) entre hombre y mujer, pues el notaba que muchos homos

Las ventajas de las fuerzas del mal y de los odios sobre las fuerzas del bien

 De acuerdo al dictado de éste análisis, las fuerzas del mal tienen una gran ventaja en su dinámica para imponerse sobre la Humanidad.  En un mundo natural la fuerza prevaleciente es la fuerza de los odios, la que todo le indica que está infinitamente más motivada a actual que cualquiera de las otras fuerzas que estuvieran actuando; por tanto lo que hemos podido observar nos lleva a concluir que la  Consciencia Universal nos hizo dóciles para poder sobrevivir a sus desmanes y arrebatos.  Por qué las fuerzas más violentas del mal y de los odios siempre ganan. Considerando que la única base que nosotros tenemos para pensar lo contrario de lo que se ha dicho parten de filosofías amañadas por sentimentalismos que están fuera de las realidades, así como también por nuestra fe religiosa y las enseñanzas que partieron a través de ellas, pues cuando analizamos el asunto fuera de estos contextos, no es difícil llegar a la conclusión de que sin duda alguna estas fuerzas siempre consiguen doblega

Una apología a Irene Montero

Un hombre de 22 años con su esposa de 9 años en una relación en la que la niña no parece estar traumatizada por las veces en las que tuvieron coito. "Los niños pueden tener relaciones sexuales con quien les dé la gana." Irene Montero Tanto en la antigüedad como ahora los matrimonios han sido siempre como una licencia o permiso para tener relaciones carnales entre dos o más personas. Unos cien años atrás (o menos) esos permisos se les daban, incluso, a niñas aún en la pre adolescencia que se habían enamorado o se habían sentido atraídas por hombres adultos y a los que quizás ya se les habían entregado, forzando casamientos en algunos casos. De manera que cuando sus padres asentían para que se unieran como pareja, sin la menor duda lo hacían conscientes de que les estaban dando permiso para tener coito, y que, por tanto, la niña recibiría en su interior el bien desarrollado pene de su amante; algo de lo que pareciera que no tuvieran la más mínima preocupación de que ello la pud