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Defendiendo a la revolución cubana



Guía política a los periodistas cubanos para con la sagrada defensa de la revolución.

Para ser capaz de defender a la revolución cubana no es necesario asistir a un curso en el que se nos instruya de lo que hemos decir ó no para defenderla. Desde muy temprana edad los seres humanos nos percatamos intuitivamente de lo que hacemos ó decirnos en simpatía de algo ó alguien ó de lo que hacemos ó decimos en desprecio de algo ó alguien. En cuanto oímos ó vemos las acciones de alguien, sabemos ó sentimos sihay cizañas detras de ello. De manera que es muy difícil –casi que imposible- el que alguien haga o diga algo sin que no nos demos cuenta con cual propósito lo hizo ó lo dijo; es un poder intuitivo que se refleja en nosotros con la misma intensidad y obvialidad con que se refleja la actuación de un delincuente vulgar, así como la de una prostituta de la calle, ó la del bravucón que se agarra los testículos y escupe a ambos lados mientras camina hacia alguien en forma de desafio. Todos ellos en común reflejan las mismas actitudes intuitivamente sin que jamás lo aprendieran de otros.

En la política y en las relaciones humanas comunes nosotros también tenemos ciertas actuaciones por instinto que son demasiado exactas como para intentar camuflarlas con la intención de introducir cizañas, artificios, artilugios, doble sentido, etc., con lo que indirectamente denunciemos a alguien ó algo expresando lo contrario de lo que decimos. Es por ello que tan pronto como nosotros sentimos que algo dicho nos suena malo ó desagradable, es por que es malo ó desagradable, sea en la política ó sea en las relaciones entre personas ó familia. Hay un dicho que dice “Piensa mal y acertarás”, dicho que no se equivoca en nuestro mundo satanizado por la mala fe de las personas que nos rodean.

Como hemos venido indicando, para defender honestamente a la revolución cubana, no hay que ir a una universidad; solo hay que aplicar la sensación de percatarse de lo que se hace o dice con buena intención, y lo que se hace ó dice con mala intención. Cuando decimos “defender” estamos hablando de defender a la revolución como los mejores padres defienden a sus propios hijos cuando frente a un grave peligro se encuentren. Nunca pensaremos negativamente de ella y mucho menos lo admitiremos ó lo diremos públicamente. Siempre nos iremos por la tangente, negando de primera cualquier acusación en contra de ella, convencidos en la buena intención, sinceridad y devoción por la justicia de nuestra revolución; no importa que nos diga el enemigo; nosotros siempre e incondicionalmente apoyaremos a nuestra revolución sin dejar de creer en nuestra honestidad hasta cuando tengamos que mentir con tal de defenderla, jugando a la doble moral donde se nos fuerce a hacerlo las veces que tengamos que hacerlo y sin admitir jamás el que lo estamos haciendo. Ya tendremos tiempo en un futuro de reconocer algunas de nuestras actuaciones inapropiadas, forzados por los momentos historicos en los que vivimos.





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