Como es tan común notarlo, en Luis Fernando surge otro periodista parcialista que tiene mucho que argumentar para defender a sus ídolos ó a sus intereses, tratando de justificar el por que no le hace una crítica directa a los regímenes y gobernantes dictadores que lo usan para su propia propaganda.
“El país es lo eterno”. Esto es muy cierto y suena muy bien si se lo aplicáramos a todo el mundo sin parcialidad. O sea, que si cuando habláramos de la historia de Haití , de Nicaragua, de Cuba, de Republica Dominicana, de Paraguay, de Chile, de Uganda y así de otros muchos países, no mencionáramos por su nombre ni para bien ni para mal a personajes como Duvalier, Somoza, Batista, Trujillo, Pinochet, Idi Amin, y así otros muchos, pues no seriamos hipócritas al negarnos a mencionar en nuestros escritos críticos a figuras como Fidel Castro, Mao Zedong ó Kin II Sung. Sin embargo, se nota que si aflojar el pulso de la mano ó de los dedos para escribir, criticando las palabras y acciones de algún presidente norteamericano se trata el asunto, pues es muy fácil romper las reglas u olvidarse de su propia ética. O sea, que para criticar las palabras del presidente norteamericano Harry S. Truman cuando se dice que dijo en una ocasión que su decisión de lanzarle las bombas atómicas al Japón jamás le habían quitado el sueño (a pesar de que estas les achicharraron los genitales a miles de niñas y niños, así como también les destrozaron los senos y los glúteos a cientos de jóvenes japonesas modelos por las que se arrebataban de pasión los soldados norteamericanos), eso sí podemos decirlo olvidándonos de aquello de que lo importante es la eternidad del país y no las figuras que han pasado por su historia.
“El poder es efímero, es la nación lo que es eterno, lo que nos trasciende. El compromiso es, por tanto, con la nación, con la sociedad. Los que están en el poder son individuos elegidos por nosotros que estarán ahí por un tiempo. A veces se sufre las consecuencias de ser coherente con este compromiso; pero lo que importa es que la conciencia esté tranquila” dice Luis Fernando, haciéndole recordar a su interlocutor lo que en palabras similares dijo un tal Mark Twain “…la lealtad al propio país, no a sus instituciones ni a los hombres en el poder. El país es lo valioso, lo sustancial, lo eterno; él es lo que merece atención, cuidado y lealtad; las instituciones son impuestas, son simplemente una vestidura, y una vestidura puede desgastarse”.
¿Por qué cuando se trata de criticar, denigrar, desaprobar y detractar a unos, sí está bien, pero cuando se trata de otros, entonces no lo está, sobre todo si todavía están presentes y tienen influencia? Lo que claramente se ha intencionado con esa entrevista que se le hizo al tal Luis Fernando, es la de decirle a los cubanos que (http://www.cubadebate.cu/noticias/2013/02/25/el-pais-es-lo-eterno-fotos/) a las máximas figuras de la revolución no se pueden criticar, ni siquiera cuando sus decisiones nos resulten sumamente ofensivas y opresivas.
Si lo que se ha planteado aquí es lo que se nos quiere presentar como un periodismo ético y objetivo, pues nada está más fuera de la realidad que ello; es la misma hipocresía y doble moral de la que siempre se ha valido el régimen cubano para con su retórica política. No solo por lo que se nos fuerza a callar, sino que también por lo que se nos fuerza a tener que decir para quedar bien con quienes nos callan.
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